Hoy os voy a hablar de un restaurante de Lugo: Campos.
El viernes pasado fuimos a cenar allí un grupito de 3 personas.
Hace tiempo que queríamos probar su cocina, y el día llegó.
Subimos al comedor y nos dieron la carta para elegir lo que íbamos a cenar. Una vez elegido, nos sacaron un calditoa cada uno, para la espera. La verdad es que estaba bueno, así que hasta ahí perfecto. Lo único que me intranquilizaba un poco era ver y oír los pasos del camarero junto a nuestra mesa continuamente, que no hacía más que pasear.
Por fin llegaron las raciones para compartir: Navajas, croquetas de marisco y revuelto de ajos tiernos y langostinos.
Las navajas no estaban muy buenas (y eso que me encantan); las croquetas podrían haber sido de cualquier cosa, incluso de las congeladas; y el revuelto estaba muy bueno.
Y el camarero seguía dando vueltas junto a nuestra mesa, evitando que pudiéramos comentar lo que nos sugería todo aquello.
Luego nos trajeron el segundo plato: Lubina a la plancha para una, mero para otro y solomillo al roquefort para mí.
La lubina no tenía muy buena pinta, y quien la medio-comió no habló muy bien de ella; el mero parece ser que era el único plato que estaba realmente bueno; y mi solomillo... lo primero que pinché al intentar cortarlo fue una vena más fuerte que yo. Lo pedí poco hecho, y se puede decir que me lo pusieron según lo corta el carnicero (que conste que me encanta la carne poco hecha, pero para todo hay un límite). Su salsa tampoco me gustó.
Al final pedimos los postres y nos sacaron unos chupitos de moscatel de regalo.
Eso sí, el café nos lo tomamos en otro lado, porque a nadie nos gustó la cena. Y encima... la tontería nos salió carísima.
- Premio prestigio 1986
- Mesoneros de La Caza desde 1969
- Cocineros mayores de Galicia 1995
- Premio a toda una vida dedicada a la cocina gallega 1995
Yo no me lo explico, pero igual es que les afectó el efecto 2.000 y perdieron calidad.
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